Por Muriel Wolowelski
Es muy frecuente escuchar la importancia que otorgan los estudiantes de psicología o de psicoterapia psicoanalítica al interés por ayudar a otras personas cuando explican las razones por las que desean emprender sus estudios. No es un secreto que este interés provenga de la necesidad, consciente o inconsciente, de resolver las propias conflictivas colocadas en los necesitados. El asunto está en el largo trecho que se debe recorrer entre la idea de ayudar al prójimo y la forma de ponerlo en práctica. No es una cuestión intuitiva ni se restringe al deseo, por mejores intenciones que se tengan, sino que se deben coordinar la comprensión cada vez más profunda del funcionamiento de la mente inconsciente, sus efectos en las emociones y la conducta. Esto se logra con un entrenamiento disciplinado y constante en el estudio teórico y la puesta en práctica a través de las supervisiones clínicas y el análisis personal.
Fue evidente que Sigmund Freud -inicialmente como médico y posteriormente como inventor del psicoanálisis- desarrolló, en sus primeros pasos, una técnica sugestiva como un intento de influir en el paciente para que se aleje de ciertos modos de funcionamiento nocivos y se acerque a otros más saludables. La relación de Freud con la sugestión en el campo psicoterapéutico registra de modo muy destacado el empleo de la hipnosis en los primeros tiempos de su práctica. La evidencia clínica le demostró que los cambios en el paciente obtenidos por el método sugestivo no eran tan profundos y permanentes como él hubiera deseado y advirtió que duraban mientras el paciente tenía un sentimiento de expectativa amorosa hacia el analista.
El inicio de la era psicoanalítica se puede ubicar en la conjunción del método de asociación libre, el análisis de las resistencias y el trabajo elaborativo. Todos estos pasos se aprecian en los cambios técnicos que Freud va postulado en su experiencia clínica y en sus escritos. Del periodo hipnótico sobrevive el uso del diván. El método psicoanalítico de esa época ya no se reduce a la abreacción del afecto, contempla el análisis del inconsciente en los sueños, la sexualidad infantil, los deseos, las fantasías y se enriquece con el empleo de la interpretación.
La comprensión del método desde la perspectiva técnica implica la puesta en marcha de una serie de acciones sustentadas en teorías que combinan un poco de conocimiento de psicopatología, intuición y arte. Freud contempló la importancia de la técnica psicoanalítica y fue genial cuando pudo convertir en constantes algunos elementos para fundar el método: propuso un encuadre en el cual se desplegarían la transferencia y ciertas funciones claramente designadas al paciente y al analista. El primero debía asistir puntualmente al encuentro para recostarse en el diván y asociar libremente con todo lo que se le ocurría sin selección ni restricciones, mientras que el segundo, sentado detrás, formularía interpretaciones mediante un tipo de escucha: la «atención flotante».
Estos lineamientos originales del método psicoanalítico se mantienen. Otros han sufrido cambios o han sido agregados, algunos de ellos muy significativos. Por ejemplo, Freud desarrolló una técnica para aplicarse a pacientes neuróticos con síntomas o trastornos de carácter. Siempre sostuvo la firme idea de que el método no era adecuado para pacientes con patologías más graves, dado que no establecían un modelo de relación transferencial. La investigación continua. Nuevos desarrollos teóricos en el campo de las relaciones de objeto tempranas y la experiencia clínica con pacientes graves derivó en la implementación de modificaciones en la teoría y como consecuencia en la propia técnica psicoanalítica.
Un agregado central en el manejo de los lineamientos técnicos se hizo presente muchos años después de la muerte de Freud: el análisis de la contratransferencia, que llegó para quedarse en el psicoanálisis contemporáneo.
Freud siempre estuvo muy preocupado por establecer un encuadre que definiera el tratamiento como un modelo del método psicoanalítico. Uno de los cambios más significativos después de la experiencia con otro tipo de patologías distintas a las neuróticas, proviene de la consideración más seria de los períodos preverbales del desarrollo y la forma en la que se expresan en la sesión.
Afortunadamente, con el paso del tiempo las teorías cambian y el método se transforma. Esto es natural y deseable, pero al mismo tiempo plantea una problemática sobre la vigencia y destino del psicoanálisis. ¿Cuáles serían los métodos adecuados para seguir hablando de psicoanálisis? ¿Cómo se puede sostener el método para mantener la comprensión del inconsciente como objetivo primordial? Está demostrado, después de años de labor clínica, que es la forma más profunda para alcanzar cambios más saludables y permanentes en la estructura psíquica.
El propósito del método se ha ido modificando, partió de una técnica que se desprendió de un modelo médico y que buscaba erradicar síntomas, hasta llegar a una técnica contemporánea que se interesa, de forma más amplia, en la exploración del funcionamiento y mundo interno. Es en este sentido un modelo más ambicioso, apasionante e infinito.
El diplomado «La técnica psicoanalítica actual. De Freud al presente» busca crear un encuentro con profesionales interesados en aprender, perfeccionar y poner en práctica el método psicoanalítico y alcanzar de una forma eficiente su implementación. Es un diplomado ambicioso porque pretende, en un clima cordial de aprendizaje, desarrollar las habilidades para comprender, entender y aplicar el psicoanálisis como la profesión más interesante del mundo.
El diplomado está pensado como un modelo de dimensiones en el que transitaremos por la evolución de la técnica, los fundamentos de la aplicación de las diversas herramientas que usan los analistas, dentro del marco de las diferentes teorías, y las razones por las que la técnica se va modificando. Todo ello siempre en un entorno amable y de respeto crítico.
Diplomado La técnica psicoanalítica actual. De Freud al presente