Por Martha Zorrilla
El juego es como la columna vertebral de la técnica del análisis infantil, ya que sostiene las sesiones y es la forma de comunicarnos con los pacientes. De ahí se desprenden gran parte de las interpretaciones que dan sentido al tratamiento.
Sabemos que el juego es una actividad que forma parte del desarrollo natural del ser humano desde el inicio de la vida, como parte de la interacción del bebé con su mamá. El juego tiene funciones importantes en la mente de los niños en el propio desarrollo fuera del ámbito clínico (como el ensayo de roles sociales, el desarrollo de habilidades motrices, la expulsión de emociones, etc), pero fue Melanie Klein quien propuso que éste fuera utilizado como la herramienta principal para trabajar en el análisis de niños. A partir de entonces, se ha estudiado la actividad lúdica a la luz de lo que sucede en las sesiones clínicas. Al hacer un análisis minucioso y sensible de cómo se desarrollan los juegos, podemos entender las fantasías inconscientes del niño con respecto a su vida emocional, así como aspectos ligados a la transferencia y a la construcción de la historia que el analista y el niño van escribiendo juntos.
Ahora bien, el juego que se realiza en el consultorio psicoanalítico (a diferencia del juego que sucede en otros ámbitos de la vida infantil) tiene ciertas características particulares que quisiera destacar a continuación. Es un juego espontáneo, es decir, el analista no indica al niño qué jugar, sino que lo sigue en lo que se le va ocurriendo desde el momento en que entra al consultorio. El niño sabe que puede usar libremente el material de su caja (o lo que haya fuera de ella, si es el caso) y armar la escena o actividad que surja en su mente. Esto es equivalente a la asociación libre en los adultos y prioriza el análisis de lo que se encuentra en la mente del niño en lugar de lo que el analista piensa que debe trabajarse en esa sesión.
En las sesiones psicoanalíticas tratamos de no saturar de significado los juguetes. Esta idea, ampliada en el texto de Ferro (1998), tiene que ver con que un mismo juguete puede representar diferentes personajes de la mente en cada sesión o juego. Podemos pensar, por ejemplo, que un muñeco de Spiderman, más allá de representar al superhéroe de la película, puede representar algún aspecto de la figura paterna en una sesión, pero en otra ocasión puede ser más bien el vocero de una parte del mismo niño, y en otra sesión representar posiblemente a alguien más.
Como analistas de niños, formamos parte del juego, es decir, jugamos con el niño. Actuamos personajes a partir de las instrucciones que el niño nos da, y al mismo tiempo dejamos una parte a nuestra propia espontaneidad. Mientras eso sucede, somos observadores de lo que acontece en ese juego y en la relación de la pareja analítica. Se requiere algo similar a un doble rol del analista: uno que juega y otro que observa y trata de comprender lo que se está jugando.
Cuando los niños eligen algún juego reglado, participamos y observamos la forma en que el niño se involucra y se relaciona con las reglas, el triunfo, la derrota y la superioridad. Como en cualquier actividad humana, también vemos cómo la vida emocional y las fantasías inconscientes pueden dominar sobre las reglas escritas de un juego de mesa, por ejemplo. Recuerdo a un niño que comenzó jugando ajedrez tradicional y terminó llevando a cabo una batalla de virus que contagiaban a otros en el tablero. Finalmente, me mataban a mí y a mi ejército en algo similar a una pandemia letal. En esta ocasión, nuevos materiales, reglas y significados fueron rápidamente incorporados al juego.
Otra herramienta con grandes posibilidades lúdicas es el dibujo. Los niños disfrutan representar con dibujos historias o cuentos que se desenvuelven en la mente y que se plasman visualmente en una hoja de papel. Esto vuelve tangible la comunicación entre el analista y el niño. Tratamos de aprovechar el dibujo en un sentido mucho más amplio que el meramente diagnóstico. Los niños en el consultorio juegan a dibujar, concursan con dibujos y plasman ideas que no pueden decir con palabras. Los analistas, además, podemos dibujar interpretaciones.
Te invitamos a conocer más acerca del juego como herramienta privilegiada en el trabajo dentro del consultorio psicoanalítico en el próximo diplomado “Clínica psicoanalítica de la infancia”.https://ec.centroeleia.edu.mx/curso/clinica-psicoanalitica-de-la-infancia-normalidad-neurosis-y-patologias-graves-con-material-clinico/
Referencias
Ferro, A. (1998). Cap. 4 El juego. Técnicas de psicoanálisis. Biblioteca Nueva.