Por Sara Fasja y Elena Ortiz
En el año 1900 ya se tenía conocimiento de que los sueños poseían diversos significados. Los literatos y poetas otorgaban una importancia fundamental a lo onírico, es decir, a aquello relativo a los sueños. No obstante, fue la revolución freudiana la que introdujo un método específico para abordarlos y comprender el contenido de estos. Al presentar su metodología para el estudio de los sueños, Sigmund Freud se alejó de perspectivas que, a lo largo de los siglos, los habían vinculado con lo mágico, los oráculos y los dioses. En contraposición, Freud aspiraba a conferirle al sueño una dimensión científica, distanciándose de las connotaciones religiosas o sobrenaturales que, tradicionalmente, se le atribuían.
La interpretación de los sueños (1900/1991) es una obra invaluable porque proporciona un enfoque sistemático para estudiarlos. Freud argumenta que estos no son aleatorios ni azarosos; pertenecen al psiquismo del soñante y son plenos en significado. Éste es el enfoque que marca un quiebre con las tradiciones de interpretación de los sueños mencionadas antes, que consideraban a los sueños como mensajes divinos o presagios.
Freud presenta un método de comprensión de la mente humana basado en un fenómeno universal: los sueños (Ortiz, 2019). Su valentía y audacia son evidentes en su propio autoanálisis, donde busca, de manera heroica, su propia verdad personal. Expone su vida mental privada, con sus deseos, angustias y conflictos, todos considerados por la perspectiva freudiana como contenido oculto que debe ser descubierto. Así, introduce una idea bastante innovadora al afirmar que el sueño es, en esencia, un cumplimiento de deseos, considerándolo como su motor principal. Desde su perspectiva, los restos diurnos siempre se hallan presentes en el sueño, pero actúan como una pantalla que encubre o desplaza al deseo. Utilizando símbolos, el sueño representa aspectos inconscientes (Ortiz, 2019).
El proceso onírico (siguiendo con las ideas de Freud) implica una regresión a un estado primitivo, donde las percepciones se vinculan a imágenes en lugar de palabras. El autor advierte sobre la imposibilidad de conocer el sueño tal como fue, ya que se ve afectado por las infidelidades de la memoria, incapaz de conservarlo de manera inalterada. El recuerdo, según Freud, refleja el sueño de manera infiel y distorsionada; identifica la resistencia en los desplazamientos, en las sustituciones del sueño y en las dudas sobre su contenido.
El olvido del sueño, para Freud, también se interpreta como el resultado de la censura propia; ocurre a medida que avanza el día e ingresamos a un estado de mayor consciencia y represión. Al trabajar con las resistencias en el psicoanálisis y movilizarlas, surgen nuevos recuerdos, ya sea de algún elemento del sueño o de otros sueños de la misma noche o noches anteriores. Esta parte olvidada se presenta como el camino más accesible para llegar a los pensamientos oníricos que constituyen el corazón del sueño (Freud, 1900/1991).
“Nadie tiene derecho a esperar que la interpretación de sus sueños le caiga del cielo”, afirma Freud (1900/1991, p. 517), destacando la necesidad de dedicación, desarrollo y esfuerzo para lograrlo. Es necesario empeñarse en suprimir toda crítica y prejuicio emocional o intelectual. Este esfuerzo debe llevarse a cabo con tenacidad, sin preocuparse por el resultado, para alcanzar la interpretación de un sueño (Freud, 1900/1991). Además, el autor sostiene que la interpretación de un sueño no siempre se revela de inmediato. Puede agotarse la posibilidad de reflexionar sobre el mismo un día y necesitar volver a considerarlo al día siguiente, o incluso años después, para comprenderlo más a profundidad.
Freud percibe al sueño rico en significado, expresivo, pero no necesariamente constructivo. Aboga por descifrar su contenido, realizar una traducción de algo ya presente. Desde su perspectiva, el analista debe abordar al sueño como un arqueólogo, esforzándose por descifrar el contenido de los restos presentes para traducir y comprender lo que subyace en el inconsciente. Esta idea, que tiene implicaciones técnicas fundamentales, cambia de manera importante en la teoría contemporánea de los sueños.
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Referencias:
Freud, S. (1991). La interpretación de los sueños. Obras completas (vol. 5). Amorrortu editores. (Obra original publicada en 1900).
Ortiz, E. (2019). Donald Meltzer. Vida onírica. Sueños, mente y pensamiento. Analytiké.
Wiener, A. (2000). El trabajo con sueños en el psicoanálisis contemporáneo [Tesis de doctorado]. Centro Eleia.